Leo que la hermana de uno de los bomberos fallecidos en Tarragona, en el incendio de Horta de Sant Juan, ha escrito un libro sobre el suceso. Espero que el libro sea bueno y contundente, todo lo contundente que no es la justicia.
En Cataluña, una parte de la población tiene bien claro que vivimos en un régimen político que no tiene nada que envidiar a "la Cosa nostra" siciliana. Otros no son conscientes de ello, pero al final un día, por cualquier percance, se topan de narices con "la cosa nostra", y se dan cuenta del tipo de sociedad fascista y opresora, mafiosa al cien por cien, en la que tenemos que vivir.
Sería largo contar todas las mentiras, errores y desmanes cometidos por los responsables politicos en el incendio de Horta de Sant Juan. No es mi intención hacerlo porque después de leer muchos artículos, y de escuchar conversaciones de gente que asegura que vió a tal o cual responsable comiendo una paella mientras los bomberos se achicharraban sin que nadie estuviera al mando, diera instrucciones o coordinara nada de nada, se te enciende la sangre. Que los políticos de turno intentaran despachar el asunto como "un accidente" ocurrido dentro de lo que fue un "operativo impecable", lo encuentro muy gran parecido a un asesinato en serie. Murieron 5 bomberos, pero podían haber muerto más de 20. La casualidad del cambio del viento y la pericia de los bomberos aragoneses que se retiraron ante lo que veían era una temeridad, y un suicidio, dentro de una descoordinación general, evitó que hubiera más muertos.
Según los señores políticos catalanes, los bomberos tienen unos protocolos que les impiden retroceder antes las llamas. Esto es totalmente contrario al sentido común, a los protocolos de cualquier cuerpo de bomberos, entre ellos los del Ministerio, y a cualquier reglamentación de seguridad en el trabajo. La vida es lo primero. Los bomberos están para apagar y controlar fuegos, no para inmolarse. Y sus taréas deben realizarse con los medios oportunos, necesarios y bajo la dirección de unos mandos que los mantengan informados de todo lo necesario para realizar su taréa con la máxima eficiencia y seguridad personal.
Nada de eso se cumplió. Nada se cumplió porque la gestión de la Generalitat de Cataluña, a parte de cara, extremadamente cara, siempre se caracteriza por una inutilidad y una falta de acierto que raya el ridículo. Un ridículo anónimo e invisible que sólo salta a la luz pública cuando 5 bomberos, podrían haber sido casi 30, mueren carbonizados.
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