La Liga Antidifamación Americana es una asociación vinculada al lobby judío cuya única función consiste en censurar, difamar y perseguir cualquier opinión que a ellos pueda parecerles perniciosa. La excusa para realizar estos menesteres es que el infractor es antijudío, antisemita y anti lo que a ellos les parezca que sea.
Si alguien escribe algo sobre la gran cantidad de altos cargos de la administración norteamericana que son judíos, es antisemita, antisionista y un filonazi. Si se escribe algo sobre el gran número de banqueros judíos o de origen judío, se es antisemita. Si se contradice algo de las versiones históricas sobre los 6 millones de judíos supuestamente eliminados durante la Segunda Guerra Mundial, se es un miserable, un ser ruín, un hijo de la peor madre posible (lo expreso así para no utilizar palabras mal sonantes) y claro está, antisemita. En definitiva, cualquier cosa que ponga a los judíos, por lo menos a los poderosos, claro, ante el espejo de la evidencia, es un mal nacido.
Como parte adicional del lobby judío, a parte de periódicos, agencias de noticias, productoras de cine y todo lo imaginable, se tienen contratados y muy bien tratados a una serie de personajes, presuntamente intelectuales, o simples voceros, periodistas, profesionales y demás, que trabajan para enaltecer y justificar la causa sionista por el mundo.
Como premio a tan encomiables propósitos, los sionistas, por medio de la Liga Americana Antidifamación, antidifamación judía, claro está, tienen a bien otorgar a sus chicos, y chicas, el premio Daniel Pearl.
Daniel Pearl era un periodista del Wall Street Journal que fue secuestrado, torturado y asesinado en el 2002 por radicales árabes en Pakistán.
No hace falta aclarar que muchos periodistas trabajan también como espias. Esto no justifica ningún crimen, pero lo que está claro es que no se sabe, por lo menos no lo sabemos, de ningún premio que lleve el nombre de alguno de los torturados y asesinados en las cárceles irakies por el MOSAN y la CIA. Tampoco existe ningún premio con el nombre de ninguna de las decenas de miles de víctimas fruto de la creación del estado de Israel. Y es que una vez más, los sionistas utilizan un hecho injustificable, un asesinato atroz, como arma de propaganda y de victimismo. Parece como si las únicas víctimas en todos los conflictos, con nombres y apellidos, dignas de recordarse, tuvieran que ser las judías, y que el resto sean sólo ganado que pasaba por el lugar, indigno, insignificante, infrahumano y desdeñable. En definitiva, todo muy acorde con la mentalidad judía de un pueblo elegido superior al resto. Y es esa misma mentalidad la que premia a sus perros fieles, agradecidos y sumisos, que les ríen las gracias y besan el suelo por donde pasan sus amos sionistas.
De todas formas, quien soy yo para criticar la superioridad racial de una mafia bien organizada que ha hecho todo lo posible por colocar a las suyos en todos los altos cargos mundiales, presentándose a si mismos como los más listos, los más dignos y los que más premios nobeles atesoran, y bueno, por hacer propaganda, hasta se nos han presentado construyendo las pirámides de Egipto. ¿Quién seré yo para criticar a esta raza superior que se molesta en colocar web donde cualquier acomplejado puede rebuscar e imaginar que tiene antepasados judios, que son gente superior, más lista y mas sabia que el resto?
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