jueves, 7 de octubre de 2010

España, y sus asquerosos políticos.

Muchos inocentes, de pensamiento inocente, se lamentan de que la historia de España esté plagada de intervenciones militares. Las dos últimas fueron las de Primo de Rivera y la de Franco.

Siempre se nos pone el ejemplo del mundo anglosajón, donde estas cosas no ocurren. O si ocurren, se mantienen en un discreto silencio y se sigue con la vida política más o menos normal.

Lo que no se nos suele explicar sobre el mundo anglosajón es que muchos de sus más célebres políticos fueron primero militares. Lo siguiente es que todos ellos trabajan para la gran Banca y la Banca controla el complejo industrial-militar, clave para ellos. Así las cosas, en el mundo anglosajón todo está claro, se sabe donde están los jefes y las traiciones al jefe supremo se solucionan con un francotirador solitario, una bala loca, un rifle obsoleto y el posterior asesinato del principal sospechoso.

En España, como en el resto de países del montón, no nos ocurren estas cosas. En España, como en el resto de países del montón, nuestra clase política trabaja para la Banca, eso está claro, pero también trabajan para ellos mismos, y al contrario que los anglosajones, que han de disimular sus corruptelas, aquí se disimula, pero muy mal, porque les da lo mismo disimular que no disimular. Es todo como muy tercermundista.

¿Dónde está entonces la diferencia entre estos asquerosos políticos que padecemos y los militares?

Digamos que los militares no se mantendrían en el poder durante mucho tiempo si no fueran útiles. Están obligados a hacer las cosas medianamente bien.

En ese sentido las últimas intervenciones militares que han existido en España intentaron realizar lo básico que necesita un país.

Se contruyeron vías de tren, carreteras, escuelas, universidades, se intentó crear empleo, se contruyeron presas con las que solucionar el problema del agua y la electricidad, se hicieron casas baratas de protección oficial para que la gente accediera a una vivienda, se generalizó la enseñanza pública, se generalizó la asitencia sanitaria, se crearon importantes grupos industriales propiedad del Estado, se crearon astilleros, el Banco de España fue nacionalizado (casi todos los bancos centrales son entidades privadas que emiten dinero con interés gracias a alguna licencia del gobierno o la realeza de turno), el ejército estaba formado por ciudadanos libres reclutados durante un año (este es un "logro" de la Revolución Francesa, y de esta forma la masonería francesa consiguió un gran ejército muy económico con el que enfrentarse a los ejércitos mercenarios de los reyes), se modernizó la agricultura, se creó la industria del turismo, con paradores nacionales y ciertos destrozos ecológicos...

Ahora veamos lo que han realizado nuestros queridos políticos durante treinta largos años.

Privatizaron todas las grandes industrias que pertenecían al Estado, han convertido el tema de la vivienda en un problema; despues en una burbuja impresionante que no quisieron ni se propusieron controlar y por último en un desastre de magnitudes planetarias; el Banco de España ya no pertenece al Estado, está bajo la tutela de un Banco Central Europeo que, igual que la Reserva Federal Norteamericana, es autónomo, está en manos privadas y escapa al control de los políticos, en definitiva, han regalado la emisión de moneda nacional a poderes privados extranjeros; el paro, que en España siempre ha sido endémico, se ha incrementado hasta extremos insoportables gracias al efecto llamada, la propaganda institucional y sus políticas de la pretendida necesidad de 5 millones de trabajadores extranjeros para que la economía española continuara creciendo; la corrupción ha crecido exponencialmente en mayor medida que los altos cargos políticos, que son decenas de miles repartidos por toda España en organismos y empresas semipúblicas dependientes de la Administración Central, Autonómica, Municipal, de las Diputaciones, Consejos Comarcales...; ninguno de los problemas básicos y elementales de España, el agua y la energía, se han solucionado; la excusa es la falta de dinero, pero se ha empleado y se siguen invirtiendo estratosféricas cantidades de dinero en Trenes de Alta Velocidad cuya única pretensión política (cobrando las comisiones, claro), es que hasta la más miserable capital de provincia tenga su tren de alta velocidad; esto mismo ocurre con los aeropuertos, ruinosos, como el de Ciudad Real y Lérida, mantenidos con dinero público; bueno, podría seguir porque la lista de idioteces es larga, y a esta lista se le podría añadir otra más larga aún sobre los nuevos problemas creados por los políticos, su interés personal en que la justicia, pese a estar totalmente politizada, no funcione, prescrivan los delitos y vulnerar las leyes quede completamente impune, pero creo que es suficiente.

En definitiva, el único propósito de este artículo es demostrar a los que creen en la historia ficción, que la historia es la que es, y que sin la intervención de los militares, España estaría hoy, o invadida y troceada por sus vecinos, o como Afganistán, con un ejército extranjero y los señores de la guerra cortando el bacalao.

3 comentarios:

  1. España jamás ha destacado por tener una clase política plena de personalidades brillantes, sino que al contrario, han sido minoría los que poseían un elemento destacable de su trayectoria profesional, académica o personal que los distinguiese de la mediocridad general.

    Este fenómeno ha ido en aumento en los últimos años, y como decía en un reciente artículo Pablo Castellanos, en ls "política de hoy, pulula lo peor y más mediocre de cada casa".
    A fin de cuentas la política dejó hace mucho tiempo de ser uns vocación de servicio público para mutar de forma obscena, en un simple "modus vivendi" al que se han encaramado sin rubor.

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  2. En un país con un paro endémico y un sistema judicial inoperante, la política parece la tabla de salvación de lo peor de cada familia. Y algunas de esas familias, ya son lo peor de lo peor.

    Saludos.

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  3. Lo peor de todo es que esa escoria está ahi porque nosotros la ponemos.

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