viernes, 6 de agosto de 2010

Del Oasis catalán al cachondeo catalán.


Lo del oasis catalán fue un invención desproporcionada de alguien que no sabía absolutamente nada sobre Cataluña. Más que oasis, el nombre más apropiado habría sido la "mafia catalana", esto es, una sociedad totalmente controlada, silenciosa, aborregada y sumisa a su clase dirigente.

¿Qué pasó con el Oasis? Pasó que esa clase política oligárquica, fue sustituida por otra y lo que era un oasis, se transformó en un gallinero, y al moverse las gallinas, se vió el palo del gallinero, que ya lo dice el refrán: "tiene más mierda que el palo de un gallinero".

Pero en Cataluña ocurre una cosa curiosa, y es que los errores propios son pagados en Madrid. Madrid, los mesetarios, los españoles, tienen la culpa de absolutamente todo lo que pasa. Por pasar, ya lo decía hace poco Pilar "Radiola", pasa que existe el "enemigo interior".

En la actualidad las encuentas dan por finiquitado políticamente al funesto tripartito. Esa reedición trasnochada del Frente Popular, que tan malos resultados dio en su momento y tan malos, pésimos, han dado en el presente. Alguien pensará, alma cándida, que con la desaparición del Tripartito la paz, el Oasis, volverá a Cataluña. Pues van errados.

La gente de CIU ha comprendido que a los catalanes les va el victimismo, el enfrentamiento, el llorar y llorar, el estar de mala leche, todo el día murmurando y despotricando por algo. Los de CIU han comprendido que el victimismo que ellos practicaron dió sus frutos, pero acabó convertido en un arma de baja intensidad, que por eso perdieron y que hay que seguir con el cachondeo frentista actual. ¿La solución?

CIU se presentará a las elecciones autonómicas con la propuesta del concierto económico en su programa electoral. Mäs madera, esto es la guerra. Viva el cachondeo.

Los políticos catalanes negociaron con el PP un modelo de financiación. Cuando ese modelo aún no se había casi puesto en marcha, volvieron a negociar otro nuevo modelo. Con el dichoso Estatuto de Cataluña se introdujo otro nuevo modelo de financiación, y cuando ese Estatuto aún no está plenamente vigente, ya se exige un concierto económico.

Todo este tinglado político del enfrentamiento constante tiene un nombre. Que cada cual elija el que le parezca más apropiado.

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