El cristianismo, esa religión tan extendida, con tantas caras distintas y tan conocida como desconocida por muchos.
El cristianismo toma su origen etimológico de Jesucristo, un personaje legendario que se toma como punto de partida para una “nueva” filosofía que acabó por ser dominante y oficial en el Imperio Romano.
Cristo es la traducción griega de la palabra judía Mesías, ungido (lleno del espíritu de Dios).
¿De dónde nace la necesidad de un Mesías, de un ser especial ungido, salvador del pueblo judío?
En el siglo VII a. C, el rey de Judea (parte sur del actual Israel) Josias, se propuso la unificación de Judea con Israel (que era el reino judío del norte bajo ocupación asiria). Israel había sido invadido por los asirios en el 772 a. C. y en Judea vivían numerosos israelitas y descendiente de israelitas. Para realizar su propósito unificador, parece muy posible que Josias encargara la redacción de un texto “ancestral perdido”, atribuido a Moisés, que debía unir en una sola la tradición histórica y religiosa de Israel y Judea. Ese texto “se encontró” en el Templo de Jerusalén por los sacerdotes. Se le atribuyó una gran antigüedad y se estableció con él la tradición judía de la primera Tora (= instrucción).
Entre las cosas que Josias mandó establecer como nueva tradición unificada, estaba la existencia de un solo templo para el culto, en Jerusalén, capital de Judea, que se convertiría así en ciudad santa para los judíos. En lo que interesa de esta historia, a parte de relatarse en esta primera Tora una tradición histórica común sobre los orígenes (génesis, Moisés, David, Salomón) y las causas de las vicisitudes sufridas a manos de sus vecinos por el pueblo judío, también se incluían relatos proféticos. En los conocidos como del profeta Isaias (pre-Isaias) se anunciaba la llegada de un Mesías. Un Mesías que reunificaría a los judíos bajo un solo reino de increíble prosperidad como nunca los tiempos habían visto, después del de David y Salomón, en la historia.
Básicamente el plan de Josias se puede resumir en: un Dios, un pueblo, un santuario, una Ley y una tierra.
El rey Josias pensaba ser ese Mesías. Pero no pudo cumplir del todo su propósito. Durante el reinado de Josias se tiene evidencia arqueológica de la destrucción de templos “paganos”, incluso judíos (disidentes) y de la quema de sus sacerdotes, cuyos restos calcinados fueron enterrados en esos propios templos. Sus primeros avances hacia el norte, hacia Israel, no gustaron en Egipto, pues la agresión de Josias debilitaba al Imperio Asirio. El resultado fue que el Faraón de Egipto, Necao II, armó un ejército y lo dirigió personalmente para auxiliar a los asirios. En la batalla de Megido, Josias perdió la vida frente a las tropas egipcias.
Desde entonces, la misión del Mesías planeada por el rey Josias, quedó en el aire. Poco más tarde, el Imperio Babilonio, antaño aliado de Judea, con Nabucodonosor a la cabeza, marchó sobre Jerusalén y el reinó de Judá, como tal, fue borrado del mapa.
Parte de la población, con sus sacerdotes, fue llevada a Babilonia. Este exilio acabó por hacer fructificar la reforma del rey Josias, pues los sacerdotes exiliados centraron la inexistencia del país en los escritos, en la Tora. Es muy posible que esta primera Tora (Pentateuco o Deuteronomio) fuera un buen sistema para mantener a los exiliados judíos bajo la autoridad de los sacerdotes, que sin lugar a dudas sacaban gran provecho de ese poder de control. Para un pueblo sin tierra, la ilusión de un Mesías (de nombre Emmanuel = “Dios con nosotros”, según los profetas) que restituyera el reino judío, resultaba fundamental. En el judaísmo, los sacerdotes se dieron cuenta por primera vez de que poco importaba la posesión de la tierra si gracias a unos textos podían poseer y conservar la voluntad del pueblo, su pueblo judío.
Con la caída del Imperio Babilonio, se produce el regreso de los exiliados desde Babilonia a Israel, lo que será también clave para asentar las bases terrenales del judaísmo, para siempre, en Palestina. La Tora es redefinida, dándole un nuevo giro, en donde será el nuevo texto el que legitimará el regreso de los exiliados añadiendo un origen Babilonio, mítico, para todos los judíos: el patriarca Abraham (= padre de muchos pueblos), natural de Ur (en el actual Irak). Este será ahora el primer patriarca, en el que nace el pacto entre Dios y sus descendientes (la historia de Moisés se transforma en un segundo pacto con Dios), dueños de una tierra prometida por su dios a sus descendientes, una tierra que nadie más tendrá derecho a poseer, lo cual da un nuevo sentido al texto y muestra la gran importancia de los sacerdotes llegados desde Babilonia. Se especula que estos sacerdotes podrían haber implantado, sólo entre los rabinos, la Cabala Práctica (= magia negra). Con lo cual estaríamos ante una religión para el pueblo judío, la Tora, y una religión oculta, secreta, mágica y de raíces sumerio-babilónicas, para la elite dominante, para los rabinos, y más concretamente para la tribu de Levi. Conviene recordar este detalle tribal y de cabala (magia), prohibida por la Ley Mosaica, por lo que se explicará más adelante.
En lo que nos interesa, aún hoy, 2500 años después, la mayoría de los judíos espera la llegada de un Mesías que reconstruya la Arcadia Feliz judía del Rey David y el Rey Salomón, reinados de los que no hay, a excepción de los textos judíos, ninguna evidencia histórica de su existencia.
Sin ese contexto histórico, jamás habría existido un Mesías, hijo de Dios, como el que nos explica el cristianismo.
¿Es Josua, Jesús, el único Mesías salido de los judíos?
A lo largo de la historia han existido diferentes Mesías judíos. Cada uno de ellos tuvo su grupo de seguidores. Después de Jesús de Nazaret, uno de los más exitosos de los que se tiene buena bibliografía, fue Sabbatai Levi, que en el siglo XVII llegó a conmocionar las conciencias de la mayoría de los judíos de Europa. Se llegó a afirmar que más de la mitad de los judíos europeos creyeron ver en Sabbatai Levi al esperado Mesías.
Pero, ¿existió realmente Jesús de Nazaret?
A parte de los textos cristianos, y los posteriores textos judíos (por sus disputas con los herejes cristianos), no hay ningún dato histórico que recoja la existencia del Jesucristo bíblico. Se sabe, arqueológicamente, que Nazaret no existía en tiempos del Jesucristo bíblico (hasta el siglo IV d. C. no hay evidencias arqueológicas). Y lo mismo ocurre con Belén, su supuesto lugar de nacimiento.
Como se explicará más adelante, posiblemente la vida del Jesús del Nuevo Testamento, así como la mayoría de la tradición cristiana, especialmente la católica romana, es un calco de otras fábulas mitológicas anteriores al cristianismo. Pese a todo, es posible que entre los judíos existiera un disidente, una figura de la que pocos datos reales, objetivos, se tienen, que propició la existencia de una corriente considera herética dentro del judaísmo que fue duramente perseguida y castigada (incluso con la lapidación) por los rabinos. Entre los judíos perseguidores de estos herejes destacó notablemente Pablo de Tarso (en la actual Turquía), un judío griego (su nombre judío era Saulo) con ciudadanía romana (su nombre romano era Pablo) que más tarde será conocido como San Pablo y que será el verdadero fundador intelectual de la Iglesia Católica Cristiana.
¿Cual es el motivo de que se le llamara a este Mesías el nazareno?
La hipótesis más sugerente, dada la inexistencia en esas fechas de la ciudad de Nazaret, es que la confusión nazca de la palabra hebrea, Nozrim, que derivaba del término, Nozrei ha-Brit-los, literalmente: Guardianes del Convenio (o de la Alianza, del Arca de la Alianza). El término, Nozrei ha-Brit, puede ser seguido muy atrás en el tiempo en el Antiguo Testamento. Estaríamos entonces ante la figura de un notable importante y además Nozrim, por propia atribución, o por pertenecer a esa guardia de custodios de la Alianza, perteneciente, si los textos son correctos, a la tribu de David. No podría tratarse de un rabino, porque estos eran de la tribu de Levi, y por lo que se sospecha, mantenían un culto secreto a espaldas del pueblo judío.
En ese contexto habría que mencionar las palabras atribuidas a Jesucristo en San Juan. 8. ¿Hijos de Abraham o hijos del diablo?
44 “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. “
¿Cuál fue entonces la vida del Mesías Cristiano, de Jesucristo?
“Nació de una virgen por inmaculada concepción a través de la intervención de un espíritu (Espíritu Santo). Esto cumplía una antigua profecía. Cuando nació, el tirano dirigente quería matarlo. Sus padres tuvieron que huir por su propia seguridad. Todos los niños varones menores de dos años fueron asesinados por orden del gobernante cuando trató de matar al niño. Ángeles y pastores estaban en su nacimiento y recibió obsequios de oro, incienso y mirra.”
“Fue venerado como el salvador de los hombres y llevaba una vida moral y humilde. Realizó milagros que incluyeron curar al enfermo, dar la vista a los ciegos, expulsar a demonios y resucitar. Fue condenado a morir en la cruz entre dos ladrones. Descendió al infierno y se levantó de entre los muertos pasados tres días para ascender de regreso al cielo, junto a su padre divino.”
Todo esto coincide parcialmente (o incluso casi totalmente) con la vida y milagros de otros dioses solares (o de ciclo vegetal = nacimiento, muerte, resurrección) anteriores al cristianismo. En la figura de Cristo se aunan muchos de los mitos de religiones anteriores formando uno más completo, más compacto, una síntesis de todos ellos.
Los más importantes serían Horus (y su madre la virgen Isis), Krisna, Mitra, Hércules, Baco, Zoroastro, etc., etc., etc.
En internet, y en documentales diversos, se realizan comparaciones muy miméticas entre el mito de Jesucristo y otros mitos anteriores. Objetivamente, tal mimetismo absoluto, con la cruz cristiana incluida y la muerte en la cruz, como se va repitiendo mediante el “copia y pega”, no existe, es una invención de alguien que ha triunfado como la espuma y va camino de consolidarse como una verdad, en algunos círculos, indiscutible. Yo no he encontrado pruebas serias de un mimetismo total, pero sí es evidente que el mito de Jesucristo es un compendio de historias mitológicas muy anteriores.
De Jesús se dice que nació en 25 de diciembre, una fecha que los Cristianos tomaron de religiones del Sol, del Sol Invictus (el Sol Invicto). También se dice que murió en la Pascua en una cruz. Esto es una repetición de la misma historia antigua otra vez. Los egipcios representaron a Osiris estirado sobre una cruz en simbolismo astrológico.
En las distintas mitologías solares, el dios solar tardaba tres días para recuperarse de la "Muerte" en 21 / 22 de diciembre. ¿En los Evangelios hay tres días entre "la muerte" de Jesús y el "ascenso" de entre los muertos?. Tres días es el mismo tiempo que tardaba el hijo de Dios, Tammuz, de Babilonia, para levantarse otra vez. Estos tres días son un simbolismo del ciclo solar, que baja en el horizonte y tarda tres días en recuperar su posición anterior.
La corona solar sobre o tras la cabeza de Jesucristo, los santos, santas y Vírgenes, ya existía en la antigüedad. Era el disco solar.
¿Es la cruz cristiana anterior al cristianismo?
Sí, es muy anterior al cristianismo. En Egipto existía una cruz muy parecida a la Cristiana, con la parte superior en forma de “aro” o “asa”, que era símbolo de la vida. Algunos suponen que su origen era un aparato para sembrar la cosecha.
A parte de la similitud egipcia, la cruz tenía un significado anterior relacionado con la astronomía y el cuadrante astronómico de doce signos zodiacales, representados en una rueda celeste en la que estos se agrupaban por triadas divididas en cuatro estaciones por sus correspondientes cuadrantes.
En este origen astrológico, nace la idea de la Trinidad divina, común a muchas religiones. La cruz, dividía el círculo astronómico en cuatro partes. En cada parte, una triada de signos zodiacales. Cada triada, era una estación del año: nuestras cuatro estaciones actuales.
Como el cristianismo se originó durante la era de Piscis (que acabará en el 1260 aprox., aunque la fecha se puede calcular de distintas maneras y nos dará cientos de años de diferencia), el primer símbolo cristiano fue un Pez. Pero después se impone la cruz divisoria.
¿Era Jesucristo judío?
Para empezar, no se sabe quien era realmente ni si existió. Lo único evidente es que existía una corriente herética entre los judíos, fundamentada en un personaje llamado Jesús, o Jesucristo, que es lo que da nacimiento al cristianismo. Es de suponer que el origen de todo ese movimiento se produce a consecuencia de un personaje influyente de la comunidad judía del que a parte de las fuentes cristianas (cien años posteriores a su muerte) y posteriormente la judías y romanas, no se tiene constancia histórica.
Sin la intervención de Pablo de Tarso, un ciudadano romano (muy helenizado) con cierto prestigio entre la comunidad judía de Asia Menor, muy posiblemente el cristianismo no habría calado en el mundo romano.
Será Pablo de Tarso (que no conoció a Jesucristo) , en lo sucesivo, San Pablo, el que instaurará los verdaderos cimientos de la ética cristiana. Con profusión se dice y se quiere ver una raíz judía en todo el pensamiento occidental, hasta el punto de que incluso se habla de un origen “judeo-cristiano” para Occidente, pero esto es completamente, a mi parecer, equivocado. El pensamiento judío no tiene nada que ver con la ética que impone San Pablo, que estará mucho más cerca de una ética filosófica greco-romana, de tendencias universalistas, que de la tradición judía, racista, mesiánica y fundamentada en los más de seiscientos preceptos legales de la Ley Mosaica (que proviene de tratados legales asirios, babilónicos y egipcios, Ley que después aceptará el Islam como propia) y en la promesa de su Dios-tribal para con Abraham y sus descendientes.
Será por San Pablo, que los cristianos se acercarán a los valores de la ética greco-romana más exigentes, y se alejarán de la tradición judía, de la circuncisión, de la Ley Mosaica, que entre otras cosas establece la lapidación, la muerte para los homosexuales, la esclavitud, la desigualdad de género y el tribalismo judío, haciendo del cristianismo una religión abierta para todo el género humano sin distinción de raza, procedencia, idioma o pasado. Ejemplo de esto son sus discusiones con el resto de los apóstoles, partidarios de imponer la Ley Mosaica a los gentiles “cristianos” y de tratarlos como los judíos trataban a los nuevos conversos al judaísmo. Esto era ciertamente fundamental porque los judíos tenían prohibido incluso sentarse a la misma mesa con un no judío (para ellos era como comer sentados al lado de un perro). Será San Pablo el que impondrá una visión cosmopolita y abierta en la nueva religión. San Pedro irá puliendo su discurso hasta llegar al extremo de considerar que ni siquiera los viejos judíos deben atarse a la Ley Mosaica, pues el Espíritu Santo y las nueva creencias les libera de cumplir con esa Ley.
El cristianismo se convertirá en una religión inciatica que promete un nuevo renacer (muchos lo entenderán como una lavadora de pecados), una vida futura inmortal, espiritual y un futuro terrenal cercano totalmente apocalíptico, pues los primeros cristianos esperarán fervientemente el inmediato regreso de Cristo para juzgar los pecados del mundo.
Con el paso del tiempo, y de los siglos, el mensaje apocalíptico y el fin de los tiempos, del mundo, que nunca acaba de llegar, aunque aún perdura entre muchos grupos cristianos, especialmente protestantes, se hizo inasumible para los creyentes. Así que se se transformó en un “fin del mundo personal”.
¿Es entonces Jesucristo el Mesías?
Para los judíos, es evidente que no. Jesucristo no cumple con sus expectativas tribales.
Para sus primeros seguidores judíos y más tarde los paganos, sí, lo es, y como lo es, se anula la antigua tradición y se construye una nueva. En este caso, en lo espiritual se fagocita lo mejor y más exigente de la ética greco-romana, se acaba por imitar y mimetizar los cultos anteriores, pero desterrando el derramamiento de sangre (de animales o seres humanos) y en lo legal, se deja la legalidad de lo terrenal y material en manos de las autoridades civiles, de las que se espera que actúen con ética cristiana, pero con una división entre sociedad civil y creencias personales, del espíritu, exactamente (aunque se acabará por imitar modelos represivos judíos) igual que ya existía en el Imperio Romano con anterioridad al uge e imposición del Cristianismo como religión oficial del Imperio.