Ratko Mladic ¿víctima de la propaganda de guerra?

En toda guerra, la primera víctima es la verdad.

En su momento conocí a varias personas, militares españoles, que habían pasado por la antigua Yugoslavia, y su relato de los acontecimientos no se parecían demasiado a los de la prensa.

En Europa solemos presumir demasiado de lo mal informados que están los norteamericanos. Nos asombra que puedan creerse la historieta de que sus soldados viajan a países extraños para imponer la democracia, la libertad y que esta labor la realizan de forma altruista, humanitaria e inócua. También nos sorprende mucho de ellos que tengan de su propio país una imagen positiva, como un elemento civilizador, pacificador, moderado y una vez más, altamente altruista. A esta visión que los norteamericanos tienen de si mismos, en Europa la hemos llamado en repetidas ocasiones "visión infantil", "imperialismo", "nuevo orden mundial"...

En otra época a este tipo de política se la llamó "destino manifiesto" y más tarde "filosofía Wilsoniana".

En la actualidad, en Europa, somos todos víctimas de la propaganda de guerra al servicio de la OTAN, un organismo militar agresor, con atentados terroristas de bandera falsa documentados en la propia Europa, reconocidos por la judicatura italiana, y que misteriosamente es para los europeos un organismo pacificador, altruista, humanitario, que bombardea países para su propio bien, despliega comandos tras las líneas enemigas por amor al género humano y que ocasiona daños colaterales que son lamentados y despachados por nuestros medios de manipulación informativa con unas pocas y llorosas líneas colocadas entre loas a la OTAN y su misión pacificadora y civilizadora.

En el caso de Yugoslavia, nos encontramos con una guerra fomentada, financiada y planificada por Estados Unidos y Alemania, ambos miembros de la OTAN. Este detalle es un secreto para las masas europeas, pero la guerra de Yugoslavia fue planificada. Nada o poca cosa, ocurrió por azar. Cualquiera que se quiera informar con algo de veracidad sobre la guerra de Yugoslavia, descubrirá que el conflicto obedecía a la satisfacción de intereses extranjeros. La excusa fue la banca rota del estado Yugoslavo (en España han hecho todo lo posible para colocarnos en banca rota), unas minorías nacionalistas perfectamente armadas y entrenadas en secreto, las distintas policías federales enfrentadas entre si bajo el mando de sus señores federales, y el posterior derramamiento de sangre que actuó como una bola de nieve.

Desde un buen principio, la propaganda de guerra de la OTAN nos vendió la idea de unos serbios intolerantes y sedientos de sangre como los culpables de la guerra. Pero además, la guerra debía ser étnica. Estos planes ya estaban escritos desde hace más de cien años, pero esto la prensa no lo dice. Y mucha gente en Europa se cree bien informada por la prensa. La gente sólo desconfía de la prensa cuando un tema muy cercano sale reflejado en los medios, porque entonces sí que puede constatar la manipulación informativa. Eso se acepta. Sobre otros temas, se acepta como cierta la información repetida en todos los medios de desinformación.

Se nos ha repetido infinidad de veces que Ratko Mladic, un militar serbio, es un asesino de guerra, que es un genocida, que la OTAN intervino bombardeando Yugoslavia, incluidos objetivos civiles, como respuesta a los crímenes de guerra serbios. Pero parece que la realidad no es la que nos cuentan. En esta web ponen en duda por completo la versión de la OTAN y sus medios de desinformación.

Para aquellos que no tengan la barra del traductor, aquí encontrarán esta misma información en español.

¿Cuándo nos daremos cuenta los europeos de que ya vivimos en una sociedad Orweliana, que la mentira no funciona sólo para determinados temas, que la manipulación es total y el plan es total? Seguiremos siendo tan infantiles como los norteamericanos. A fin de cuentas, una parte de la sociedad norteamericana hace tiempo que dejó de ser infantil y produce libros y documentales realmente esclarecedores que ya quisiéramos producir en Europa.